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jueves, 9 de diciembre de 2010

Lamarestáfresquibirisfresquibirisfresquibiris...


Ella, mi mejor compañera. Incondicional siempre, nunca falla, nunca, le debo mucho, que digo mucho, le debo todo… Ella siempre está ahí, siempre, con su sonrisa, su dulzura, con su humor. Se lo merece todo y más, a veces el mundo es injusto con ella, pero parece que últimamente es ley de vida… Últimamente no nos vemos como antes, pero sigue habiendo el mismo feeling de siempre, es una de esas personas que nunca me ha fallado y si pudiera le regalaría el cielo y más. Hay veces que me hace rabiar pero ella es una de las poquitas personas que me entiende y sabe lo que hay conmigo, me conoce a la perfección… Y es increíble como en un casi dos años ha sabido conocerme tan a fondo, mis gustos, mis odios, mi carácter, todo… Persona vital e indiscutible en mi entorno, siempre tiene una solución para todo, siempre sabe qué y como aconsejarme, es impresionante y por eso la quiero tantísimo. Ella es una de las poquitas personas que comprende mi situación actual y que está de acuerdo conmigo, ella también quiere huir de esta jauría de paletos, de esta “ciudad”, si entrecomillada, porque no se le puede llamar ciudad, poquito a poco ha ido degenerando y hay muy poca gente que se da cuenta, pero es la cruda realidad, y ambos estamos hartos de todo esto y queremos escapar cuanto antes… Se te quedan cortas estas palabras, porque te lo mereces todo y más, siempre te lo has merecido, ya lo sabes… Son muchas conversaciones las que hemos tenidos, largas e intensas, hemos vivido muchísimos momentos que no cambiaría ni por todo el oro del mundo, son recuerdos inolvidables que hemos pasados juntos, risas, llantos, conversaciones serias, conversaciones tristes, conversaciones alegres, pero siempre sonriendo… Porque nunca has querido salami, y porque la mar está fresquibiris… Porque si tú caes, yo te levanto, sabes que siempre me vas a tener a tu lado, no te vas a librar de mi tan fácilmente, por todo esto y más… Gracias, miles de millones de gracias por todo, eres fundamental para mí y siempre lo serás, gracias de veras, no sabes cuanto agradezco el haberte conocido. Te quiero.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Sonpáginasqueinundantufragancia...


Eran las seis de la mañana, volvía a casa, se sentía un tanto atribulado y somnoliento. Había sido un buen día pero un nimio sentimiento de tristeza le invadía, el cual no era capaz de explicarse... Llovía, llovía demasiado y con fuerza, iba calado hasta los huesos pero no le importaba, le gustaba la lluvia, así que decidió detenerse, mirar al cielo y cerrar los ojos... Cuando llueve es como si el mundo tuviera un gran techo, cada gota de lluvia emite un sonido distinto al caer sobre una superficie, era una pequeña delicia auditiva, se detuvo un buen rato escuchando la misma melodía cuando se le pasó por la cabeza cierta frase de una canción que no dudó en susurrar "Escúchenla... La ciudad respirando...", le gustaba decirla cuando la ciudad estaba durmiendo y él era el único superviviente sobre sus calles a esas horas... Seguía escuchando la armoniosa melodía de la lluvia cuando de repente llegó un delicioso aroma a sus fosas nasales, un escalofrío recorrió todo su cuerpo haciéndole estremecer… Ese olor se le hacia muy familiar, ya lo había catado meses atrás, y todavía no se había olvidado de él. Siempre que percibía ese olor tenía la misma reacción, siempre miraba hacia atrás, siempre, pero nunca encontraba lo que buscaba, y él sabía que no lo iba a encontrar, pero era tenerla presente lo que de verdad le llenaba, le parecía mágico y bonito percibir su olor y girarse, aún tenia su recuerdo grabado, ese olor era inolvidable para él… Siguió allí parado bajo la lluvia, escuchando el mágico recital de la lluvia amenizado por ese festival aromático que representaba para él aquel olor.
Hizo un inciso para sacar un cigarro del paquete, se lo encendió y empezó a fumar mientras seguía escuchando la lluvia caer sobre la acera, el techo de los coches, la carretera… Le pareció una imagen preciosa ver su ciudad invadida por la lluvia. Apuró el cigarro y al darle las últimas caladas volvió a percibir ese olor, una sonrisa se dibujó en su rostro, apagó el cigarrillo y subió a su casa con una sonrisa idiota, pero llena de felicidad. Se secó el pelo, se puso el pijama y se metió en cama. Entre sábanas se detuvo a pensar un rato en el final de la noche, y le pareció un momento mágico e irrepetible, había catado más veces ese olor, pero esa noche fue distinta, fue mágica, fue como si la tuviera a su lado… Fue la perfección. Finalmente se durmió, tras noches tardando en dormir, esa noche se durmió al instante invadido por ese olor mágico.