Seguidores

sábado, 31 de marzo de 2012

Sueño con sonar bajo tus sábanas...


En mi rincón estoy meditando, sobre humo verde estoy flotando, me mantengo suspendido sobre frases y palabras, colocándolas minuciosamente para llegar a ti. Me mantengo suspendido entre pensamientos ligeros de ropa unos, profundos otros... Me mantengo suspendido flotando sobre tu corazón con la intención de volver a entrar en el...
Esta noche, entre humo denso gris, cenizas y palabras en el cuenco, párpados caídos y pómulos que delatan volviste a aparecer y sonreíste; sonreíste mas que nunca... Te evaporaste a medida que el humo desaparecía, eso si, con un guiño que incitaba al puro delirio... Malditos sean tus bellos ojos y tu cara bonita. Me hallo perdido en un mar, navegando a la deriva, sin saber que dirección es la correcta... Mi corazón y mi cabeza mantienen una batalla dialéctica, debatiendo sobre la dirección adecuada, razón contra corazón... No sé quien ganará, solo sé que mi corazón no atienda a razones y que apunta en una dirección, la misma que lleva tu nombre... El mismo nombre que me hace palpitar cuando lo escucho, el mismo nombre que tus labios grabaron mi corazón con el fuego de la pasión.

sábado, 3 de marzo de 2012

Jazz y ella, una botella y nuestra paz.


Sentado en la barra de aquel bar ahogando mis penas, anduve rebuscando entre mis alegrías y te presentaste la primera. Cabizbajo entre rodajas de limón y cubos de hielo, con el vaso en una mano y el cigarro en la otra, sin historias, sin rumbo, sin planes, sin sentido. El camarero preguntó si quería otra y se interesó por mi estado... "Échame el whisky y déjate de historias" le contesté. Entre un mar añejo contaminado por lágrimas seguía en aquella tasca, removiendo el hielo a ritmo de un solo de saxo, buscando algo que mereciera la pena... Las horas pasando y yo borracho en aquel bar, sin intención de hablar con nadie, sólo con mi yo interior y la verdad, a medida que iba bebiendo la conversación conmigo mismo era más honesta. La clientela abandonaba el local al ritmo que iba descendiendo mi copa. "Pobre diablo..." escuché a mis espaldas, "pobres imbéciles..." pensé yo agarrando el vaso con desdén.
Saqué el último cigarro de la cajetilla de Camel y retomé mi búsqueda, indagando algo que de verdad importase... Cuando de repente, volviste a aparecer... Siempre apareces, siempre tú, la respuesta a todos mis interrogantes. Apagué el cigarrillo, terminé mi copa y pagué mi cuenta. Salí de allí tambaleándome cual perro viejo, con una sonrisa tonta pensando en ti, una noche más por no variar, con las manos vacías y el corazón lleno.