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miércoles, 15 de julio de 2015

Adicción.



Toda mentira auto-convictiva es puramente absurda. Te echo jodidamente de menos, tanto que cada una de mis extremidades recuerda el roce de tu piel... Mis manos echan de menos acariciar tu espalda suavemente mientras se producía esa chispa, esa puta chisa que recorría todo mi cuerpo y a la que era adicto… Un yonki de tu electricidad estática bajo sábanas, así solía definirme… Bajo un manto de estrellas, sentado en un banco cualquiera te recuerdo, te recuerdo y suspiro, y no quiero seguir suspirando, porque ya no estás, porque ya no te tengo entre mis brazos cada noche, porque ya no tengo tu sonrisa, esa contagiosa que producía una mueca idéntica en mi rostro… Porque aquella sonrisa se ha tornado en un triste llanto lastimero que anhela volver a besarte. Sólo una vez más aunque sea. Sólo un beso y mil caricias. Solos tú y yo, otra vez. Miro al cielo con recelo y dubitativo, preguntando a las estrellas donde estás, pidiendo que me marquen el camino hacia tu piel, tersa, delirantemente excitante, hacia esa chispa que tú, de alguna manera, me regalabas y extraño. Necesito un poco de aquello, una vez más… Tan sólo una vez más… Tan sólo vuelve…

viernes, 9 de enero de 2015

Reencuentros.

Después de tanto tiempo, me vuelvo a reencontrar con el folio, había pasado mucho tiempo desde la última vez, viejo amigo… Son casi las seis de la mañana y apenas he podido pegar ojo…  ¿El motivo? Todavía me rondan por el corazón sus besos… Anoche entre ríos de ron con afluentes de whisky recorriendo mis adentros la vi, espectacular como siempre que nos encontramos y no dudé ni una fracción de segundo en ir a saludarla; sus dos besos en la mejilla me iluminaron el alma. Borracho como un perro, dando tumbos entre desconocidos, alcohol y música la encontré, bailando como si no hubiera mañana… Decidido la agarré por la cintura y empezamos a bailar cuando, llegados a un punto, nuestros rostros se juntaron tanto que no cabía ni la más nimia lámina de papel entre ellos… Entonces, me besó… Ella, aquella niña que me había enamorado cuando éramos unos críos, aquella niña con los ojos más espectaculares que jamás se habían paseado por mis retinas… Aquella niña dulce de la que cualquiera se enamoraría con un simple golpe de vista, después de tanto tiempo, me besó... ¡Si supiera todo lo que llevaba esperando a que aquello sucediera! Fue un momento breve,  quizás más breve de lo que mis expectativas podían manejar, pero fue intenso, de esos momentos en los que se te eriza la piel y todo lo que te rodea desaparece por un instante, esos momentos que permanecen imborrables e inexorables en la memoria. Magia. Esa magia que invadía mi cuerpo y me dejó con cara de idiota y la sonrisa más estúpida del universo, mientras veía como se alejaban aquellos preciosos ojos verdes… Nos volveremos a encontrar, sin saber cómo, ni de qué manera, pero nos volveremos a encontrar, lo prometo.