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miércoles, 15 de julio de 2015

Adicción.



Toda mentira auto-convictiva es puramente absurda. Te echo jodidamente de menos, tanto que cada una de mis extremidades recuerda el roce de tu piel... Mis manos echan de menos acariciar tu espalda suavemente mientras se producía esa chispa, esa puta chisa que recorría todo mi cuerpo y a la que era adicto… Un yonki de tu electricidad estática bajo sábanas, así solía definirme… Bajo un manto de estrellas, sentado en un banco cualquiera te recuerdo, te recuerdo y suspiro, y no quiero seguir suspirando, porque ya no estás, porque ya no te tengo entre mis brazos cada noche, porque ya no tengo tu sonrisa, esa contagiosa que producía una mueca idéntica en mi rostro… Porque aquella sonrisa se ha tornado en un triste llanto lastimero que anhela volver a besarte. Sólo una vez más aunque sea. Sólo un beso y mil caricias. Solos tú y yo, otra vez. Miro al cielo con recelo y dubitativo, preguntando a las estrellas donde estás, pidiendo que me marquen el camino hacia tu piel, tersa, delirantemente excitante, hacia esa chispa que tú, de alguna manera, me regalabas y extraño. Necesito un poco de aquello, una vez más… Tan sólo una vez más… Tan sólo vuelve…

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