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viernes, 9 de enero de 2015

Reencuentros.

Después de tanto tiempo, me vuelvo a reencontrar con el folio, había pasado mucho tiempo desde la última vez, viejo amigo… Son casi las seis de la mañana y apenas he podido pegar ojo…  ¿El motivo? Todavía me rondan por el corazón sus besos… Anoche entre ríos de ron con afluentes de whisky recorriendo mis adentros la vi, espectacular como siempre que nos encontramos y no dudé ni una fracción de segundo en ir a saludarla; sus dos besos en la mejilla me iluminaron el alma. Borracho como un perro, dando tumbos entre desconocidos, alcohol y música la encontré, bailando como si no hubiera mañana… Decidido la agarré por la cintura y empezamos a bailar cuando, llegados a un punto, nuestros rostros se juntaron tanto que no cabía ni la más nimia lámina de papel entre ellos… Entonces, me besó… Ella, aquella niña que me había enamorado cuando éramos unos críos, aquella niña con los ojos más espectaculares que jamás se habían paseado por mis retinas… Aquella niña dulce de la que cualquiera se enamoraría con un simple golpe de vista, después de tanto tiempo, me besó... ¡Si supiera todo lo que llevaba esperando a que aquello sucediera! Fue un momento breve,  quizás más breve de lo que mis expectativas podían manejar, pero fue intenso, de esos momentos en los que se te eriza la piel y todo lo que te rodea desaparece por un instante, esos momentos que permanecen imborrables e inexorables en la memoria. Magia. Esa magia que invadía mi cuerpo y me dejó con cara de idiota y la sonrisa más estúpida del universo, mientras veía como se alejaban aquellos preciosos ojos verdes… Nos volveremos a encontrar, sin saber cómo, ni de qué manera, pero nos volveremos a encontrar, lo prometo.

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