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viernes, 18 de febrero de 2011

Tantas emociones aquí no caben...


Había pasado una noche estrepitosa, vueltas de campana bajo sábanas pero sin nadie a su lado, se disponía ir a clase como todos los días, la jaqueca remitía por momentos… Desayunó, se fumó su cigarro, se duchó, se vistió, cogió la mochila y cruzó el umbral de la puerta como hacia cada mañana… Llegó a clase y tras una hora de matemáticas, fue al instituto a junto de sus amigos… Fueron a la playa, a ver las olas, el mar azotaba con fuerza las costa, y el allí sentado en una roca, impertérrito ante el oleaje, con el sol de cara, un clima agradabilísimo y las gotitas de espuma de las olas al romper contra las rocas colisionaban tímidas en su cara…
El mar se calmó por un momento, lo que no se calmó fue su cabeza, que empezó a cavilar, en dicho momento, se paseó curioso por sus fosas nasales aquel olor… “Otra vez…” pensó, ese aroma era para el como el canto de sirenas, cuando más apropiado en aquel momento, en esa playa… Creyó verla por un momento, alejándose para ver el oleaje más de cerca, delirios de grandeza o dolores de cabeza… No sabía a que achacarlo… Lo único que sabía era que hablar con ella, verla, olerla, sentirla… Estar a su lado era más bello que la explosión de una supernova.

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