Después de tanto tiempo, me vuelvo a reencontrar con el
folio, había pasado mucho tiempo desde la última vez, viejo amigo… Son casi las
seis de la mañana y apenas he podido pegar ojo…
¿El motivo? Todavía me rondan por el corazón sus besos… Anoche entre ríos
de ron con afluentes de whisky recorriendo mis adentros la vi, espectacular
como siempre que nos encontramos y no dudé ni una fracción de segundo en ir a
saludarla; sus dos besos en la mejilla me iluminaron el alma. Borracho como un
perro, dando tumbos entre desconocidos, alcohol y música la encontré, bailando
como si no hubiera mañana… Decidido la agarré por la cintura y empezamos a
bailar cuando, llegados a un punto, nuestros rostros se juntaron tanto que no
cabía ni la más nimia lámina de papel entre ellos… Entonces, me besó… Ella,
aquella niña que me había enamorado cuando éramos unos críos, aquella niña con
los ojos más espectaculares que jamás se habían paseado por mis retinas…
Aquella niña dulce de la que cualquiera se enamoraría con un simple golpe de
vista, después de tanto tiempo, me besó... ¡Si supiera todo lo que llevaba
esperando a que aquello sucediera! Fue un momento breve, quizás más breve de lo que mis expectativas
podían manejar, pero fue intenso, de esos momentos en los que se te eriza la
piel y todo lo que te rodea desaparece por un instante, esos momentos que
permanecen imborrables e inexorables en la memoria. Magia. Esa magia que
invadía mi cuerpo y me dejó con cara de idiota y la sonrisa más estúpida del
universo, mientras veía como se alejaban aquellos preciosos ojos verdes… Nos
volveremos a encontrar, sin saber cómo, ni de qué manera, pero nos volveremos a
encontrar, lo prometo.