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miércoles, 25 de agosto de 2010

Ayernosmatóeltiempohoynosmataladistancia


Era sábado, alli estaba, ella... Ya habia estado coqueteando con ella desde hacia una o dos semanas mientras ella estaban a 209 km el uno del otro, pero no habia problema, seguian manteniendo ese coqueteo porque ella volveria a la semana siguiente. De repente y sin darse cuenta ya era sábado... Despues de haberse pasado el dia entero en casa estudiando, le apetecia salir, pero nadie salia, todo el mundo estaba liado estudiando o habian quedado con sus respectivas parejas, de modo que el decidio salir a cenar con sus padres.
Estaba acabando de cenar cuando por sorpresa suya recibio un sms suyo diciendole que esta noche al final se verian, si o si, el se emocionó: "Hoy estaré por fin con ella" pensó, al momento recibio otro sms suyo diciendo que se retrasaria, no le importaba, podia esperar. Despues de la cena fue a tomar algo con sus padres, en un afán de calmar su sed, el pidió una caña, ya habitual en el la cerveza... Estaba mediada la caña cuando de repente decidio apurarla e ir a dar una vuelta, se estaba aburriendo y tenia que salir de alli como fuera, se despidio de sus padres y en un abrir y cerrar de ojos, se marchó.
Se encontró con unos amigos que jugaban en su equipo, tambien se encontró con un gran amigo al que echaba de menos, y de repente, alli estaba, ella... Estuvo casi toda la noche hablando con ella, rezaba porque ese momento no se acabara nunca, ella era perfecta y el parecia un niño al que le acaban de comprar una piruleta, euforia total. Y por una concatenacion astronomica de circunstancias sus pasos se cruzaron, el factor azar en la vida es inconcebible... El nunca jamás habria pensado que podria llegar a besar a una chica como ella, tan increible, tan perfecta, tan... todo, tan tan que no existen palabras para definir lo increiblemente maravillosa que es esa persona. En esos momentos el queria parar el tiempo como Hiro Nakamura, no queria que la noche acabase, pero no podia frenar lo inevitable. Ya iba siendo cada vez mas tarde y hacia frio, el le ofrecio su sudadera que despues le regalaria y que desprendia un grandisimo olor a su fragancia. El tiempo se iba consumiendo, y la noche acabó, cada uno para su casa, pero el se fue con la sensacion de haber sido tocado por un angel, se metio en su cama con una sonrisa imbecil, con una sonrisa de oreja a oreja que nadie le cambiaría, nadie excepto la distancia, maldita distancia.

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