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sábado, 30 de septiembre de 2017

Joder, mierda.

Para ser sinceros, pretendía escribir algo bonito, pero tras ponerme a pensar durante varios días qué escribirle, cómo escribírselo, hipérbole aquí, metáfora allá… Cerrar los ojos, visualizarla, perderme en su primera sonrisa y en la segunda, y en la tercera y en la cuarta… En fin... Como finalmente no pude escribirle algo bonito, preferí hacer algo de corazón.
Dicen que a base de errores se avanza en la vida, que te ayudan a mejorar y a crecer como persona… No lo pongo en duda, pero hay casos en los que un error en vez de avanzar, lo único que te hace es retroceder… Y eso me ha pasado a mi, cometí un error y la cagué, cada vez que echo la vista atrás y hago examen de conciencia, si pudiera cambiar algo, sería lo primero que cambiaría sin ningún asomo de duda…. El qué? Pues es sencillo, haber pasado de ella. Haber pasado de ella fue la mayor cagada que he cometido hasta la fecha de hoy…. “No será para tanto” dirán algunos, los que piensan eso no tienen ni puta idea de cómo es ella… Una sonrisa brillante, contagiosa, luminosa y llena de vida, de esas que consiguen que un día de mierda merezca la pena sólo con tal de verla sonreír. Su mirada, dulce, profunda y sincera, con esos ojitos color caoba que te atrapan al primer contacto… La echo de menos. Mucho. Más de lo que ella piensa y más de lo que yo quisiera… Echo de menos su alegría, su vitalidad, su habilidad para restarle importancia a los problemas mientras te engatusa con una de sus sonrisas, sus ganas de comerse el mundo, sus cálidos besos... Pero también echo de menos lo malo… Echo de menos sus rabietas, esas en las que, para aliviar el asunto, tratabas de hacerla reír y se aguantaba la carcajada hasta que no podía más y acababais riendo los dos. Echo de menos sus caprichos de niña tonta, sus momentos tristes… Echo de menos echarla de menos.

miércoles, 15 de julio de 2015

Adicción.



Toda mentira auto-convictiva es puramente absurda. Te echo jodidamente de menos, tanto que cada una de mis extremidades recuerda el roce de tu piel... Mis manos echan de menos acariciar tu espalda suavemente mientras se producía esa chispa, esa puta chisa que recorría todo mi cuerpo y a la que era adicto… Un yonki de tu electricidad estática bajo sábanas, así solía definirme… Bajo un manto de estrellas, sentado en un banco cualquiera te recuerdo, te recuerdo y suspiro, y no quiero seguir suspirando, porque ya no estás, porque ya no te tengo entre mis brazos cada noche, porque ya no tengo tu sonrisa, esa contagiosa que producía una mueca idéntica en mi rostro… Porque aquella sonrisa se ha tornado en un triste llanto lastimero que anhela volver a besarte. Sólo una vez más aunque sea. Sólo un beso y mil caricias. Solos tú y yo, otra vez. Miro al cielo con recelo y dubitativo, preguntando a las estrellas donde estás, pidiendo que me marquen el camino hacia tu piel, tersa, delirantemente excitante, hacia esa chispa que tú, de alguna manera, me regalabas y extraño. Necesito un poco de aquello, una vez más… Tan sólo una vez más… Tan sólo vuelve…

viernes, 9 de enero de 2015

Reencuentros.

Después de tanto tiempo, me vuelvo a reencontrar con el folio, había pasado mucho tiempo desde la última vez, viejo amigo… Son casi las seis de la mañana y apenas he podido pegar ojo…  ¿El motivo? Todavía me rondan por el corazón sus besos… Anoche entre ríos de ron con afluentes de whisky recorriendo mis adentros la vi, espectacular como siempre que nos encontramos y no dudé ni una fracción de segundo en ir a saludarla; sus dos besos en la mejilla me iluminaron el alma. Borracho como un perro, dando tumbos entre desconocidos, alcohol y música la encontré, bailando como si no hubiera mañana… Decidido la agarré por la cintura y empezamos a bailar cuando, llegados a un punto, nuestros rostros se juntaron tanto que no cabía ni la más nimia lámina de papel entre ellos… Entonces, me besó… Ella, aquella niña que me había enamorado cuando éramos unos críos, aquella niña con los ojos más espectaculares que jamás se habían paseado por mis retinas… Aquella niña dulce de la que cualquiera se enamoraría con un simple golpe de vista, después de tanto tiempo, me besó... ¡Si supiera todo lo que llevaba esperando a que aquello sucediera! Fue un momento breve,  quizás más breve de lo que mis expectativas podían manejar, pero fue intenso, de esos momentos en los que se te eriza la piel y todo lo que te rodea desaparece por un instante, esos momentos que permanecen imborrables e inexorables en la memoria. Magia. Esa magia que invadía mi cuerpo y me dejó con cara de idiota y la sonrisa más estúpida del universo, mientras veía como se alejaban aquellos preciosos ojos verdes… Nos volveremos a encontrar, sin saber cómo, ni de qué manera, pero nos volveremos a encontrar, lo prometo.

viernes, 15 de febrero de 2013

Arde Troya.

Pantalones apretados, blusa negra, chupa de cuero, sujetador y bragas de encaje, tacones altos  y labios rojos. Termina de arreglarte y sal de casa. Hazte de rogar, llega tarde a nuestro encuentro. Ésta noche te quiero toda para mi.. Camina como si no hubiera mañana. Las miradas fijas en ti, tu mirada fija en el horizonte. Llega a donde esté y bésame. Quiero desaparecer contigo. Entramos por la puerta roja de la casa. Caminas delicadamente por el pasillo, frágil y etérea. La habitación está al fondo a la izquierda, te cuelas sensual y erótica en ella. Empieza a llover con fuerza. Fuera, una tormenta repercutía con dureza en las calles. Dentro de la habitación, una guerra de sexos en pleno auge daba comienzo. Tú y yo frente a frente. Las miradas fijas, las manos inquietas. Nos desnudamos con fiereza. La calle está mojada y tú sin bragas sobre mi cama. Las vergüenzas al aire y la vergüenza bajo llave. Saca los cuchillos, arremete contra mi. Despliega todo tu encanto junto a tus armas de mujer. Vamos, hazme sudar, castígame. Salta de la cama y ponme contra la pared mientras me besas. Muerdo mi labio por no romper a mordiscos los tuyos. Cambio de roles, giro las tornas y te pongo contra la fría piedra. Nos tiramos en la cama mientras nos devoramos. Abofetéame y ponte encima. No sonrías tanto nena, todo lo que sube, baja. A vueltas en la cama enzarzados en un tira y afloja por llevar la voz cantante. Tú la potente América y yo el jodido Vietnam. Sudor y jadeos por ser el dominante. Tira el edredón al suelo con desdén. Tú y yo bajo sábanas, se enciende el fuego, arde Troya. Te voy a llevar al paraíso por el mal camino. Hazte la estrecha cariño, que me pone más. Cierra las piernas cuando te meta mano. Pónmelo difícil. Hasta que bajes las defensas. Te vas a enterar. Muerde mi cuello mientras deslizo mi mano por entre tus piernas. Gímeme al oído mientras te masturbo. Suplícame que pare. Bajo las revoluciones; cuando me dices "No pares" entrecortada. Aparta mi mano con rabia. Clávame las uñas en el pecho y fóllame. Cabalga desatada y no pares. Grita hasta romperte la garganta, despierta al vecindario. Vamos nena, en esta guerra no existen tablas, gana el último en caer. Vocifera mi nombre a horcajadas entre sonoros "no pares". Ponte a cuatro patas, gime y jadea mientras te doblego tirándote del pelo. Subimos el ritmo, sube la temperatura. Mueve tu precioso culo mientras te castigo. Ponte debajo, que te voy a hacer gozar hasta que caigas rendida. Jadeos alocados al borde de la hiperventilación, pasión desenfrenada, orgasmos placenteros acompasados de gritos estridentes... Hasta que los dos caímos rendidos sobre las sábanas empapadas... Se apagó el fuego, ardió Troya. Y nosotros ardimos con ella...

viernes, 18 de enero de 2013

Pimienta negra.

Esos días en los que se tienen siestecillas picantes. Sobre todo después de su beso de despedida al mediodía. Llegar a casa. Comer. Postre y a dormir. Te cuelas en mi sueño. Joder, se pone interesante la cosa. Si es que tengo que dejar de echarle pimienta a la carne, que después sueño estas cosas...
  Ponerte contra la pared. Desnudarte poco a poco. Tirarte encima de la cama. Bajarte las bragas con los dientes. Atarte a la cama de pies y manos. Colocarte una venda en los ojos. No ver. No tocar. Sólo oír. Sólo sentir. Lamer tu cuerpo. Despacito. Mordiscos. Caricias. Besos en el cuello. Palpar la humedad de tu entrepierna. Me encanta el tacto. Hacerte estremecer. Que encojas los dedos de los pies. Esas ganas irrefrenables que tienes de desatarte y quitarte la venda. Y ser tú la atacante y yo el defensor. Pero lo siento cariño, tendrás que esperar. Ahora eres sólo mía. Te voy a hacer sufrir. La venda te provoca incertidumbre. Te la subo. Te miro a los ojos. Placer. Te muerdo el labio y te sonrío. Te muerdo el cuello y aprovecho para susurrarte al oído. No te desataré hasta que lo grites... Te vuelvo a bajar la venda. Te muerdo el cuello otra vez. Intentas moverte. Sonrío. Morderte hasta el último centímetro de tu cuerpo. Tocarte.Sigues intentando moverte. Susurras que te desate. No paro. El volumen de tu plegaria aumenta cada vez más. Quiero que lo grites. Cuando lo hagas, te desataré. El tiempo pasa. Te retuerces. Eres dura, señorita. Continúo. Te hago sudar. Hasta que no puedes más. Y vociferas que te desate de una vez, que me voy a enterar. A sus órdenes, bombón. Te sacas la venda. Me tiras contra la cama. Yo ya moví ficha. Es tu turno. Lo que pase a continuación lo dejo a tu libre elección, princesa.

martes, 15 de enero de 2013

Marlboro Gold.

Dos de la mañana. Marlboro Gold. Me enciendo uno y me asomo a la ventana. Hace frío. Miro al cielo mientras mis retinas se ven invadidas por el humo que suelto a cada calada. Miro fijamente a las estrellas. Mi mente vuela. Se va flotando a la mejor parte de mi subconsciente; la más caliente. Ella. El frío es nimio, ya que cuando de ella se trata me hierve la sangre. Apuro el cigarro, me meto en cama y me pongo a escribir. Joder, sólo me vienen pensamientos impuros... Me tienta. Mi mente sigue coqueteando con ella. Ojalá estuviera aquí. Sólo de pensarlo... Puffff. Hoy no duermo. Cada segundo que pasa, un pecado. Arderé en el fuego, si, pero si es por pecar con  ella nada importa. El tiempo pasa y yo en el más dulce delirio. ¿Queréis que se lo cuente?. ¿Si? Pues atentos. Prestad atención:
          - Quítate la ropa despacito, que ahora viene lo bueno. Ponerte contra las cuerdas. Hacerte gritar, que pierdas los papeles. Que te desates y gimas. Esa cara de placer. Ponértelo difícil. Hacerte sudar. Castigarte. Dejarte llevar. Vamos, hazme delirar como tú sabes, bombón. Muérdeme el labio, chica con clase. Bésame el cuello. Hazme sudar, soy todo tuyo. Sin límites. Clávame las uñas, deja tu marca en mi piel. Sigue el ritmo. O hazlo como quieras. Tú mandas. Yo obedezco. Eres perfecta, lo sabes ¿no?.

jueves, 10 de enero de 2013

Insportable.

Insoportable. Insoportable no verla, insoportable no besarla, no acariciarla, no tenerla entre mis brazos... Insoportables los días sin ella... Y es que me he acostumbrado tanto a sus besos que sólo su boca calma mis fieras. Mis ganas de verla van en aumento a cada segundo que pasa, que la necesito, joder... El tiempo pasa lentísimo cuando no la veo y se va volando cuando rozo sus cálidos y tiernos labios; ojalá pudiera detener el maldito tiempo cuando estoy con ella para no dejarla escapar nunca... Insoportable no tenerla aquí en este preciso instante.
       Que la dulzura es mirarla fijamente a los ojos y se acerque para besarme... Que es única, increíble, hipnótica... Que no sé ni como coño estoy escribiendo esto, porque me falta el aire y las palabras, porque pierdo la cordura cuando de ella se trata. Que me alegra la puta vida cuando sonríe y me hace comprender que merece la pena levantarse en los días grises sólo por verla sonreír. Que la echo demasiado de menos a todas horas... Que besarla es el mayor placer jamás descrito. Que ella es la única culpable de la sonrisa idiota que luzco las 24 horas... Que nada importa cuando estoy con ella... Que no la cambiaría por nada del mundo. Que es los arándanos de mi pastel. Que me encanta, mademoiselle. "Vamos, suda conmigo, aquí sigo, susurra mi nombre mientras te castigo..."

jueves, 11 de octubre de 2012

Somos arroz.

Podría... ¡Podría escribirte un poema! ¡O una canción! ¡Podría trazar tus delicadas líneas en un papel  y hacerte un retrato! O podría... Podría decir que te odio y estar mintiendo, o podría decir que no sufriría ni un ápice si no te volviera a ver y estar realmente jodido... Podría decir que como tú hay muchas y mentir, porque eres única... Podría hacer esto y mucho más, pero no estaría siendo honesto. Todavía no había tenido el placer de cruzarme con alguien como tú, y realmente, me considero afortunado de haberte encontrado en mi camino. Nos cruzamos a 100 km/h, nos besamos a 150... E hicimos el amor a 70, suave y lento... Aunque nos llevara toda la noche, no importaba, solos tú y yo en aquella habitación, sin luces, rifándonos la culpa, jugando en un delicioso tira y afloja, donde se disputaba una bonita guerra de sexos en la que no había vencedor ni vencido. Como agua para chocolate, o como fuego para un cigarrillo, así de necesaria fuiste desde que te conocí. Contigo o con ninguna, es mi ley... No es simple palabrería barata como se escucha hoy en día, son palabras puras, cual gota de rocío colgada tímidamente de la hoja de un árbol a primera hora de la mañana, así de puras. Sencillo y en silencio me hallo ahora mismo mientras te escribo estas líneas, como bien ves, no es ni una canción, ni un retrato, ni un poema... Es algo mucho mejor. Las canciones se olvidan al igual que los poemas, y los retratos... No se admira su pureza al 100%; por eso me he decantado por esto; que no sé ni lo que es, no sé si definirlo como prosa, alegoría al amor o una gilipollez que estoy escribiendo antes de echarme la siesta... Pero que es mi gilipollez, y que la única que le da significado a estas líneas eres tú, gracias por hacerlo posible. Dicen que las gilipolleces no se olvidan, así que aquí me tienes escribiendo esto, en el salón de una casa de campo, mientras suena Oasis de fondo, mientras te pienso... Mientras recuerdo tu rostro, tu sonrisa, tu voz... Mientras mi cabeza se va a otra parte, a esa otra parte dónde estás tú, esperándome en el sofá de aquella casa, para ver una peli, o simplemente estar tirados viendo la televisión. Recuerda, el día menos pensado, estaré esperando al otro lado de la puerta, con una sonrisa idiota, de oreja a oreja, donde podrás leer tu nombre escrito.