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viernes, 25 de marzo de 2011

Me haces temblar, soñar, me curas...


Una noche más se planta ante el papel a las tantas de la mañana. Una noche más el folio le impone, no sabe qué escribir, está falto de ideas, así que escribe lo primero que se le pasa por la cabeza. No sabe qué escribe, no entiende el contenido de su texto, pero escribe, el ipod suena de fondo mientras reproduce la serie a la que estaba enganchado; está cansado, pero cree que merece la pena seguir escribiendo.
Deja el boli y el papel por un momento, se mete en cama, la piensa, la sueña… Se retuerce de placer entre sábanas de solo imaginarse que la tiene a su lado, maldita imaginación… Se levanta cuasitaquicárdico, empapado en sudor, así que se lía un pitillo, debido a su alteración le es imposible estarse quieto, con tan mala suerte que el tabaco se le cayó al suelo; recupera la calma y por fin se fuma el maldito cigarro para paliar su sofoco.
Rematado el pitillo se dirige a la cocina a tomar el aire y beber algo, que en ese momento era casi tan necesario como respirar. Al volver a su habitación sin saber como ni por qué motivo la tenía delante, casi etérea, tan bella como siempre… Se quedó impasible frente a la cama, donde estaba ella postrada. Se iba a frotar los ojos para cerciorarse de si era un sueño, pero en ese momento no tenía ganas de comprobarlo. Se acercó lentamente hacia ella, se acostó a su lado y le susurró dulcemente “Bella mía, sé que eres mi sueño y yo quiero seguir durmiendo…”

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