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martes, 4 de enero de 2011
Sálvamedelios,cúramedeinfiernos...
Llueve, no para de llover en la ciudad y él no deja de pensar en ella mientras que el vaho cubre los ya desnudos vidrios de su habitación... Desnudos como su piel, la piel de ella estremecida y él que se siente entre la espada y la pared,y que lo único que quiere tener entre la pared es a ella, que ya se ha cansado de espadas, que la única guerra que quiere hacerle esa noche sólo entiende de sábanas por banderas blancas y ya veremos cómo pueden hacerse daño.
Él haciéndola jadear sudorosa pero siempre bella, mientras una expresión de gozo de dibuja en su cara al ritmo de un orgasmo que llega sin clave de sol al compás de tres por cuatro, una corchea, dos semi corcheas, un gemido y un silencio de blanca. Mientras sus cuerpos se fundían en fuego sin quemarse, faltaría más, él divisó una sonrísa nítida mientras la tumaba en el frío parqué de la habitación.
Disfrutaba de aquel postre de caricias, besos y fino sexo, que no remilgado, que él le ofrecía pero ese ímpetu que le nacía dentro la dejaba deseosa de entrar en acción de una vez por todas y dejar para él la banda sonora de aquel corto amateur que se formaba cada vez que se veían.
Ella intentó librarse de su abrazo de tigre hambriendo para que él disfrutase más de lo mismo "esta noche te toca a ti" le susurró mientras se entrecortaban sus palabras y su respiración, ella jadeante le susurró más entrecortada todavía "te equivocas, ahora es tu momento", se separó, ambos notaron la diferencia de temperatura corporal a la temperatura ambiente, se levantaron y ella con un simple y sensual empujón lo tumbó en la cama.
Sus cuerpos se volvieron a fundir en uno, como una combustión espontánea nacida de la química que se hallaba en su interior, hacían que el sexo fuera bonito, mágico e intenso...casí un sueño, frágil cómo ella y él que la tocaba casi con miedo a romperla, a romper el encanto. Si la concatenación astronómica de sucesos era algo bonito, aquello no tenia palabra que lo describiera, era una delicatessen tanto auditiva como visual para ambos, ver sus ojos fruncidos y aquella sonrisa dulce que tenía por nombre placer que se le escapaba a ella, la cara deseosa de él, casi con hambre de ella, la última gota de sudor que se deslizaba por sus cuerpos... Pero sobre todo, la sonrisa de complicidad que había entre los dos cuando se cruzaban sus miradas mientras jugaban al pilla pilla.
Y se tensó la cuerda del cuerpo de ella, se afinó la de él...y calló el telón que marcaba el fin del espectáculo.
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