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jueves, 6 de enero de 2011

UnManojoDeNerviosManejadosPorTuCuerpo...



Llegaba un poco tarde, había hecho lo imposible por llegar pronto, pero la impuntualidad siempre lo habia matado. Al llegar al lugar de encuentro se escondio a sus pespaldas una rosa que habia portado durante todo el trayecto. Nada más llegar allí estaba ella, tan dulce y delicada como siempre, su ritmo cardiaco se acelero, como siempre, sufria pequeñas taquicardias siempre que la veia, nunca antes le habia pasado. Cuando la tenia justo al lado ella le dijo "¿Qué escondes ahi atrás?" "Cierra los ojos" dijo el delicadamente, y con un suave gesto, postró la flor delante de ella y le susurró "ya puedes abrirlos...", sabía que era un detalle nimio, pero añadió "ahora empieza lo bueno, prepárate para el resto... Esta noche es tuya".
Habia soñado muchisimo tiempo con hacer esto, hasta que se armó de valentia y ahi estaba, guiandola hacia lo que seria el frenesí, el delirio. Le tenia preparada una cena de gourmet, pero lo mejor venia despues del postre. La subio en brazos por la escalera de caracol, la postró en la cama y susurró "¿estas lista para lo que jamás ninguna chica ha soñado?", "si" susurró entrecortada... Le fue quitando la ropa pocoa a poco, apreciando cada una de las delicadas y preciosas curvas de su cuerpo. Cuando la tenía desnuda, la vendó, cogió la rosa y empezó a deslizarla suavemente por su cuerpo, hacía que la flor formara parte de su cuerpo con leves movimientos, y ella, sumida en la oscuridad absoluta solo se limitaba a sentir. La curiosidad le comia por dentro, y el querer ver y no poder, solo sentir como maneja tu cuerpo con leves movimientos, se convirtió para ella en morbo, además lo hacia con tanta sutileza que lo convertia en excitante, tanto, que fue inevitable que ella arquease sus piernas, agarrase fuertemente las sábanas y soltara un leve gemido... Despes de haberse recorrido todo su cuerpo, sin dejar ni la menor parcela posible, le sacó la venda y la besó. Ella, pletórica de erotismo, no dudo ni un instante en arrancarle la ropa, como si fuera una tigresa, se abalanzó sobre él, le venfo los ojos y lo obligo a quedarse tumbado encima de la cama, ella se puso encima de su cuerpo en ebullucion, dispuesta a hacerlo gozar, pero no fue tan fácil.
En el último instante le dio la vuelta a la tortilla y le dijo "te dije que era tu noche" y comenzó la guerra, una guerra sin tregua, un duelo entre sábanas en la que no habria vencedores ni vencidos... Se observaban entre orgasmo y orgasmo tentanto de no perder la concentracion, pero era algo imposible, cuando se unian era como un choque de ondas, imposible separarlas e imposible que perdieran la compenetracion... Despues de tan intensa batalla durmieron juntos, el uno agarrado al otro, patrículas indivisbles, imposibles de separar ni por fisión nuclear... Ella era capaz de hacer que una combustión fuese un fuego nimio, comparado con el fuego que se cocia entre sábanas cuando entraban en acción...

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